REBELIÓN DE HERMENEGILDO (580-584)

 

Por su parte, Leovigildo les dio [a Hermenegido y su esposa Ingunda] una de sus ciudades, en la que residiendo ejerciesen el gobierno (in qua resedentes regnarent). Tras marchar a la cual comenzó Ingunda a predicar a su marido para que abandonando el engaño de la herejía, reconociera la verdad del dogma católico (relicta haeresis fallacia, catholicae legis veritatem agnuscerit). Lo que rechazando aquél durante bastante tiempo, conmovido finalmente por sus predicaciones se convirtió al dogma católico (conversus est ad legem catholicam); y en el momento de ser ungido (crismaretur) se hizo llamar Juan. Lo que tan pronto como oyó Leovigildo, comenzó a buscar los medios con que perderle. Pero teniendo aquél conocimiento de ello, se unió a la causa del emperador, ligando amistad con su prefecto, que entonces atacaba a Hispania. Por su parte, Leovigildo le envió un embajador diciéndole: Ven a mí, puesto que existen razones que podemos intercambiarnos a la vez. Y aquél: No iré, puesto que eres mi enemigo por ser yo católico. Pero aquél, tras entregar al prefecto del emperador treinta mil sólidos, para que se negase a apoyarle, movilizado un ejército, vino contra él. Por su parte, Hermenegildo, tras convocar a los griegos, marchó contra su padre, dejada en la ciudad su esposa. Y al echársele Leovigildo encima por la espalda, abandonado del apoyo [de los griegos], viendo que en absoluto podía vencer, huyó a una iglesia, que estaba próxima, diciendo: No vendrá sobre mí mi padre; pues sacrílego es que el padre por el hijo, o el hijo por el padre, sea muerto. Al oír esto Leovigildo, le envió a su hermano, que, jurándole que no sería humillado, le dijo: "Acércate tú y prostérnate a los pies de nuestro padre, y todo te será perdonado". Por su parte pidió llamar a su padre, a cuyos pies se postró al entrar. Aquél, abrazándole le besó y seducido con dulces palabras le condujo a su campamento. Y olvidándose de su juramento (sacramenti) hizo una señal a sus hombres y mandó despojarle, ya preso, de su indumentaria y le hizo ponerse un traje vil; y tras regresar a la ciudad de Toledo, quitándole sus criados, le envió al exilio tan sólo con un criadillo.

 

Gregorio de Tours, Historia Francorum, 5, 38, en: Textos y Documentos de Historia Antigua, Medieval y Moderna hasta el siglo XVII, vol. XI de la Historia de España de M. Tuñón de Lara, Labor, 1984, Barcelona, pp. 176 y s. Véase tb.: Gregorii Episcopi Turonensis Historiarum Libri X, V, 38, en: Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Rerum Merovingicarum, Tom. I, P. I, Fasc. I, Editionem Alteram Curavit Bruno Krusch, Hannover, 1937, p. 244-245.