EL SAQUEO DE ROMA SEGÚN PELAGIO
Roma, señora del mundo, estaba entonces en la última consternación y embargada de pavor al ruido de las trompetas y de los gritos de los godos. ¿De qué servía entonces todo el esplendor de la nobleza? ¿Qué caso se hacía de las personas que detentaban las dignidades y los cargos? El miedo había llevado todo a la confusión y al desorden. No se escuchaba en las casas sino gemidos y llantos: todos temblaban de igual manera, señores y esclavos; todos tenían delante de los ojos la misma imagen de la muerte; esta muerte parecía aún más terrible a aquellos que habían gozado además de los placeres y de la comodidad de la vida. Si nosotros tememos la muerte de los enemigos que son mortales y que no son sino hombres, ¿qué haremos cuando la trompeta del último día se haga escuchar desde el cielo resonando por todas partes con un ruido estremecedor?
Pelagio (monje de origen irlandés; vivió en Roma, Cartago y Jerusalén, donde escribe c. 413-414), Carta a Demetriade, XXX, en: Piganiol, A., Le Sac de Rome, coll. Le Mémorial des Siècles, Les Evenements: le Ve siècle, Albin-Michel, 1964, Paris, p 274. Trad. del francés por José Marín R.