TÁCITO, LA GERMANIA (Fragms.) (c. 98)

 

 

(XIII) Todos los asuntos públicos y privados los tratan armados (nihil autem publicae neque privatae rei nisi armati agunt). Pero nadie usa las armas antes de que el pueblo lo juzgue apto. En la misma asamblea hacen entrega al joven del escudo y la frámea, bien alguno de los jefes (principum), bien su padre o un pariente. Esto es para ellos la toga (haec apud illos toga); éste, el primer honor de la juventud; antes formaban parte de una familia; después ya son de la república. Una ilustre cuna o los esclarecidos méritos de los antepasados dan la dignidad de caudillo (principis) aun a los adolescentes; los demás se alistan con los fuertes veteranos, y no se avergüenzan de ser vistos entre los compañeros (comites). Esta comitiva (comitatus) tiene también grados, que establece aquel a quien acompañan; y hay una gran emulación entre los de la comitiva por alcanzar el primer lugar junto a su jefe, y entre éstos, por tener mayor número de seguidores y los más valientes. Esta es su dignidad y su fuerza; el estar rodeados siempre de una muchedumbre de jóvenes escogidos que son un honor en la paz y una salvaguarda en la guerra. Y el nombre y la gloria de quienes tienen una comitiva distinguida por su valor y muchedumbre, no se reduce a su nación, sino que llega a las vecinas; les envían embajadas y presentes y muchas veces deciden la guerra con su sola fama.

(XIV) Cuando la lucha se ha establecido, es deshonra para el jefe (princeps) ser sobrepasado en valor por sus seguidores, y para éstos, no igualar en valor a aquél. Es infamia y baldón para toda la vida el retirarse a salvo de un combate en que ha muerto el jefe. El defenderlo y guardarlo, y unir cada cual sus propias hazañas a la gloria de aquel, es para ellos el principal juramento (sacramentum). Los príncipes luchan por la victoria; sus compañeros (comites) por el príncipe. Si la ciudad donde han nacido se enerva con una temporada de larga paz y calma, la mayor parte de los jóvenes nobles se dirigen a las naciones que entonces están en guerra, pues a esta raza es ingrato el reposo, y entre las vicisitudes de la guerra encuentran campo para esclarecerse. Además, sólo así, con la bélica violencia, pueden mantener una gran comitiva, pues de la liberalidad de su caudillo uno saca el caballo más belicoso, otro la frámea hecha ilustre por la sangre y la victoria. En lugar de estipendio tienen unos banquetes grandes y abundantes, aunque desaliñados; ostentación que proviene de sus combates y rapiñas. Y no se deciden tan fácilmente a arar la tierra esperando la cosecha, como a hostilizar al enemigo y a exponerse a las heridas; además, les parece holgazanería y flojedad adquirir con sudor lo que se puede lograr a costa de sangre.

 

Ed. J. Perret, "Les Belles Lettres", 1949, Paris. Trad. del latín por Héctor Herrera Cajas.