EL IMPERIO DE BIZANCIO EN MANOS DE LOS OCCIDENTALES (1204)
[...] El botín de Constantinopla fue repartido tal y como habéis oído.
Entonces, se reunieron todos en una asamblea y el común del ejército declaró su voluntad de elevar a un emperador, tal y como se había convenido. Se habló tanto que hubo que proseguir otro día; en él fueron elegidas las doce personas a quienes incumbía la elección. No se pudo evitar, que para tan alta dignidad como el imperio de Constantinopla, hubiera muchos aspirantes. Pero la gran discordia fue a causa del conde Balduíno de Flandes y Hainaut y el marqués Bonifacio de Montferrato. Todo el mundo decía que uno de estos dos sería emperador [...].
El consejo duró hasta que se llegó a un acuerdo. Encargaron la labor de portavoz de la concordia a Nevelón, obispo de Soissons, que era uno de los doce, y salieron allá donde estaban todos los barones y el dux de Venecia. Ahora bien, podéis saber que fueron observados por mucha gente que quería saber el resultado de la elección. El obispo les expuso las cosas y les dijo: "Señores, nos hemos puesto de acuerdo, a Dios gracias, para nombrar emperador; y todos vosotros habéis jurado que al que eligiéramos como emperador le tendríais por tal y, si alguno quería oponérsele, le prestaríais ayuda. Le nombraremos en esta hora: el conde Balduíno de Flandes y de Hainaut."
Un grito de alegría se elevó en el palacio y le condujeron a la Iglesia. El marqués de Montferrato le condujo, por su parte,-el primero a la Iglesia y le rindió los debidos honores. Así fue elegido emperador el conde Balduíno de Flandes y Hainaut y el día de su coronación se fijó para tres semanas después de Pascua.
GEOFFROI DE VILLEHARDOUIN, La conquete de Constantinople, en: Historiens et chroniqueurs du Moyen Age, Paris, Éd. Gallimard, La Pléiade, pp. 148-149, cit. en: Mitre, E., Textos y Documentos de época Medieval, Ariel, Nueva Ed. Revisada, 1998 (1992), Barcelona, p. 114.