POLÍTICA RELIGIOSA DE CLAUDIO

 

Expulsó de Roma a los judíos que, a instigación de un tal Cristo, provocaban turbulencias. Permitió a los diputados de los germanos sentarse en la orquesta, agradándole mucho la franqueza y altivez con que aquellos extranjeros, que habían sido colocados en medio del pueblo, fueron espontáneamente a sentarse al lado de los embajadores de los partos y armenios, sentados entre los senadores, diciendo que no les eran inferiores en calidad ni en valor. Abolió completamente en las Galias la cruel y atroz religión de los druidas, que Augusto no había hecho más que prohibir a los ciudadanos. En cambio, trató de pasar del Atica a Roma los misterios de Eleusis; y propuso reconstruir en Sicilia, por cuenta del Tesoro público, el templo de Venus Ericina, que se había desplomado por su vetustez. Contrajo alianza con los reyes en el Foro, inmolando una cerda y haciendo leer por los feciales la antigua fórmula de los juramentos. Mas estos actos, y en general todos los de su gobierno, expresaban más bien la voluntad de sus mujeres y libertos que la suya, no teniendo otra regla que el interés o capricho de éstos.

 

Suetonio, Claudio, XXV, en: Cruz, N., "Relaciones Cristianismo-Imperio Romano. Siglos I, II, III", en: Revista de Historia Universal, nº 8, 1987, Santiago, p. 105.