PAGANISMO EN EL SIGLO IV: SÍMACO
Cada nación tiene sus propios dioses y peculiares ritos (suus enim cuique mos, suusritus est)... Justo es reconocer que hay una sola divinidad, oculta detrás de tan diferentes adoraciones. Todos contemplamos los mismos astros, nos es común el mismo cielo, nos encierra el mismo mundo. ¿Qué importa la manera que tenga cada cual de buscar la verdad? A tan grande misterio no se llega por una sola vía (Uno itinere non potest perveniri ad tam grande secretum).
Así, el uso y el hábito cuentan en mucho para dar autoridad a una religión. Déjanos, pues, el símbolo sobre el cual nuestras promesas de lealtad han sido juradas por muchas generaciones. Déjanos el orden que ha brindado gran prosperidad a la República. Una religión debe ser juzgada por su utilidad a los hombres que la abrazan. Años de hambre han sido el castigo al sacrilegio.
Símaco, Relatio (c. 391-392), en: Dill, S., Roman Society in the Last Century of the Western Empire, Meridian Books, Second Revised Ed., 1958, pp. 30-31. Trad. del inglés por José Marín R.; Ozanam, A.F., Los Orígenes de la Civilización Cristiana, Trad. de P. Cañizares, Ed. Agnus, 1946, Méjico, p. 130; Bloch, H., "The pagan revival in the West at the end of the Fourth Centrury", en: Momigliano, A., The Conflict between Paganism and Christianity in the Fourth Century, At the Clarendon Press, 1963, Oxford, pp. 196 y s.