DE LA PERVERSIDAD DE DECIO Y GALO

 

 

A Decio, que no reinó el par de  años completos,  pues enseguida  fue degollado junto con sus hijos, le sucede Galo. En este tiempo muere Orígenes, cumplidos los sesenta y nueve años de su vida. Dionisio, por su parte, escribiendo a Hermamón, dice de Galo esto que sigue:

"Pero es que Galo ni reconoció el mal de Decio ni tuvo la precaución de examinar qué le derribó, sino que vino a estrellarse contra la misma piedra que estaba delante de sus ojos. Cuando el imperio moraba bien y los asuntos salían a pedir de boca, expulsó a los santos varones que ante Dios intercedían por su paz y por su salud, y, en consecuencia, junto con ellos, persiguió también a las oraciones hechas en su favor".

 

 

Esto, pues, acerca de Galo.

 

Eusebio de Cesárea, Historia Eclesiástica, VII, 1, en: Cruz, N., "Relaciones Cristianismo-Imperio Romano. Siglos I, II, III", en: Revista de Historia Universal, nº 8, 1987, Santiago, p. 118.