RETRATO BIZANTINO DE MAHOMA

 

El blasfemo y obsceno Mahoma, a quien los sarracenos llaman su profeta, en su genealogía desciende de la diseminada raza de Ismael, hijo de Abraham.

Nizaros, el descendiente de Ismael, es proclamado el padre de todos ellos. Él engendró dos hijos, Moundaros y Rabías. Moundaros engendró a Housaros y Kaisos y Themines y Asandos y varios otros cuyos nombres son desconocidos, uqe fueron repartidos en el desierto Medianita y criaron sus rebaños habitando en tiendas. Y hay otros más allá, que no son de la misma tribu, sino de Iektan, los llamados Homeritas, los Amanitas.

Y la historia va más allá de éstos.

Este Mahoma, siendo necesitado y huérfano, trabajó prestando sus servicios a una mujer de buena posición económica, su pariente, de nombre Chadiga, para cuidar sus camellos y comerciar para ella en Egipto entre los forsteros y en Palestina.

Después, de a poco, se congració con la mujer, que era viuda, y se casó con ella. Ahora, durante sus visitas a Palestina, entre judíos y cristianos, siguió algunas de sus doctrinas e interpretaciones de las Escrituras. Pero, como estaba enfermo de epilepsia, su esposa, una noble y adinerada señora, fue mirada en menos por su unión con este hombre, que no sólo era desposeído sino un epiléptico dentro del negocio, y así él la engañó alegando: "Yo contemplé una visión del Ángel llamado Gabriel, y siendo incapaz de resistir su visió, caí"; y se le creyó porque un cierto Arriano, que pretendía ser un monje, testificó falsamente apoyándolo para obtener ganancia. La mujer fue de esta manera obligada a ceptarlo y proclamar a otras mujeres de su tribu que él era un profeta. Este fraude alcanzó los oídos de un hombre llamado Boubachar.

Pues bien, la mujer murió y dejó a su marido como sucesor y heredero, y él llegó a tener una notable y muy buena situación económica y su malvada impostura y herejía se sostuvo en el distrito de Ethribos y el loco sujeto enseñó a quienes creyeron en él, que quien mata a un enemigo o es muerto por un enemigo entra al paraíso, y todo el resto de sus insensateces. Y ellos rezan, a menudo, a la estrella de Afrodita, que ellos llaman Koubar, y en sus síplicas lloran: "Alá wa Koubar", que significa, "Dios y Afrodita". Porque ellos llaman a Dios "Alá" y "wa" lo ussan para la conjunción "y" y ellos llaman la estrella "Koubar", y así ellos dicen "Alá wa Koubar".

 

(Constantine Porphyrogenitus, De Administrando Imperio, Greek text edited by G. Moravcsik, English Transl. by R. Jenkins, Corpus Fontium Historiae Byzantinae, Trustees for Harvard University, vol. I, Third Impression, 1993 (1948), Washington, Cap. 14. Trad. del inglés por Carmen Noziglia.)