CANTAR DE DIYENÍS, EL AKRITA, DONDE LOS APELATES
El admirable Vasilio, - la luz de los valerosos,
de los nobles y valientes - apelates oyó hablar,
que en su poder tienen pasos - y realizan hazañas
y el deseo sobrevínole - de ver a los apelates.
Y se puso a fabricar - un hermoso y buen laúd,
lo tomó y (después) salió - de la casa de sus padres,
y al punto aprendió el camino - hasta los estrechos pasos.
Y mientras marchaba solo -------------------------------------
encontró un cañal y agua - y allí dentro un león había
[por tercera vez rodéalo - y la entrada no halló]
huellas de un golpe tenía - de las manos de Yanakis.
Y cuando viera al león - el Akrita Diyenís,
suspiró del corazón, - desde el fondo de su alma:
"Cuando (la) verán mis ojos - la luz de los apelates,
¡y que mis ojos se llenen - con la luz de los apelates!"
Al aguador encontró - que tenía los apelates,
y en seguida Diyenís - Akritas le preguntó:
"En nombre de Dios, buen joven, - ¿por qué es que los buscas tanto?"
"Los busco y pregunto para - también yo ser apelate,
para trabajar pagado - también con los apelates".
Y entonces él lo llevó - a la guarida del jefe;
allí halló a Filopapús, - tendido estaba en un lecho,
y pieles de muchas fieras - por aquí y allá tenía,
al león y al jabalí - por almohadones tenía.
Y el muchacho se inclinó - e hizo una gran reverencia.
Y (el viejo) Filopapús - de este modo respondióle:
"Bienvenido seas, joven, - si no eres un traidor".
Y entonces el muchacho - de este modo le responde:
"Oh, por Dios, Filopapús, - yo no soy (ningún) traidor;
yo busco y pregunto para - también yo ser apelate,
para trabajar pagado - también con los apelates".
Y el viejo Filopapús - de este modo respondióle:
"Te veo, joven señor, - delgado y el cinto suelto
y tu túnica muy baja - y no haces tú un apelate.
Muchacho, si tú te jactas - de poder ser apelate,
¿puedes tú tomar la maza, - bajar a un puesto de guardia,
y ayunar, joven señor, - durante unos quince días,
y sin comer ni beber - y sin saciarte de sueño,
y después cual león rugir - para que salgan los leones,
recoger las pieles suyas - y traérmelas aquí?
¿Y puedes, joven guerrero, - bajar a un puesto de guardia
y que pasen los señores - con el novio y la novia,
y con toda su mesnada, - y que tú irrumpas al medio,
que te raptes a la esposa - y me la traigas aquí?"
Y entonces, pues, Diyenís - de este modo le platica:
"Mas dime, Filopapús, - lo que yo no puedo hacer;
lo que me dices, anciano, - a los cinco años lo hice.
Pero escúchame tú, anciano: - si de una milla hubiera
------------------------------------ un riachuelo de ancho,
de inmediato con pies juntos - lo saltaré en un instante,
y la liebre a la subida - tres veces la alcanzaré,
y la perdiz volando bajo - la cogeré alzando el brazo".
Y entonces Filopapús - estas palabras le dice.
"Traed escabel de plata, - que se siente kir Vasilis".
Delante mesa pusieron - para comer y beber.
Bien comieron, bien vivieron, - (bien) contentos se pusieron;
(y entonces) otro decía: - "Yo combato con cincuenta";
y otro decía [a su vez]: - "Yo combato con setenta";
(y entonces) otro decía: - "Yo combato con doscientos".
Seguía el joven sentado - y nunca decía nada;
(y el viejo) Filopapús - al mancebo le decía:
"Vasilis, ¿con cuántos tú - eres capaz de luchar?"
(y entonces) el mancebo - al anciano (así) le hablaba:
"(Con uno) si es como yo - soy capaz de combatir,
y si es más fuerte aún, - que me agarre, agarrárelo.
Y venid, muchachos, pues - y tomemos mazas cortas
y que descendamos (todos) - abajo a la tierra llana,
para darnos (uno a otro) - unos mazazos de aldeanos".
(y entonces) tomaron todos - unas mazas algo cortas
y (de inmediato) bajaron - abajo a la tierra llana,
para darse (el uno al otro) - unos mazazos aldeanos.
(Y) entonces (pues) Diyenís - arrojó a un lado su maza;
a unos les daba puñadas, - a otros golpes de espinazo,
y (así) cayeron las mazas - de todos los apelates;
y Diyenís las cargó, - al anciano se las lleva:
"Recibe, Filopapús, - mazas de los apelates,
y si no te gusta, anciano, - también a ti te lo haré.
(En: Castillo D., M., Poesía Heroica Griega. Epopeya de Diyenís Akritas. Cantares de Armuris y de Andrónico, Ed. del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos "Fotios Malleros" de la Universidad de Chile, 1994, Santiago de Chile, pp. 289 y ss.)