BALDUINO, EMPERADOR LATINO DE CONSTANTINOPLA

 

Y tras decidirlo así como lo digo,

reuniéronse en consejo para nombrar al emperador.

Eligieron a doce nobles, dignos, prudentísimos;

seis eran prelados y seis barones;

pactos jurados hicieron de elegir emperador

con confianza en Dios, sin doblez ni engaño.

Entraron en una celda y allí los encerraron

hasta que eligieran al emperador de Contantinopla.

Mucho disputaron entre ellos con palabras

porque no concordaban para hacer emperador:

pues unos declaraban con alabanza grande

al dogo de Venecia, prudente y diestro,

y decían que era digno de ser emperador.

Y por la mucha discordia que tenían entre ellos,

vino uno y díjolo al dogo de Venecia.

Y éste, como muy sensato y diestro en todo,

fue luego hacia aquellos doce prudentes.

Llamó a la puerta con la punta de los dedos por que le oyesen

y dijo así entre ellos: -Señores, oíd.

Dióme aviso uno, pues llegóse y me lo trajo,

de que algunos de vosotros, debido a su bondad,

como nobles y prudentes, dicen lo que desean

y exponen razones sobre mí para el trono,

diciendo que digno soy de ser emperador de Constantinopla.

Pues bien, yo como a prudentes amigos y hermanos míos

mucho se lo agradezco; que Dios les recompense

por lo que han dicho y dicen de mí, hermano suyo.

Pero yo, por la gracia y gloria de Dios,

no encuentro en mí, en mí mismo digo,

tanta imprudencia como para no reconocer

que hombres hay en la comuna de Venecia

de gran entendimiento en armas, como en otros sitios;

mas ninguno llegó en sus días a tanta gloria

como para llevar la corona imperial.

Y así os pido, como amigos y hermanos míos,

que terminéis la controversia, disputa y discusiones

y, de cuantos hablasteis por que fuera yo emperador,

tomo yo las palabras y voces que dijeron

y pongo sobre ellas también la mía propia;

unámoslas con las de los demás para hacer juntos

los doce la elección, y la designación se cumpla.

Hagamos emperador al conde Balduino

que es señor natural, señor de Flandes,

porque es digno y de noble linaje, bueno para todos

y honrado para ser emperador entre todos los de la hueste.

Oyendo estas cosas los doce que os relato,

elegidos todos para designar emperador,

accedieron entonces y todos asintieron;

levantáronse de donde se reunieran,

fueron al palacio del emperador

e hicieron reunir todos los de la hueste

por oír la respuesta que dieran y acordaran,

la elección del emperador, quién debía serlo.

Y de que se reunieron todos los de la hueste

en aquel espléndido palacio del emperador,

uno de los doce, el más prudente de ellos,

tomó la palabra y declaró lo hecho:

que, con temor de Dios y cuidado grande,

eligieron al conde de Flandes para emperador y rey

de Constantinopla y del Imperio de toda la Romania.

Oyéndolo todos, grandes y pequeños,

los ricos y de noble linaje, el pueblo y la hueste,

mostraron complacencia y agrado grande y confirmáronlo,

que el conde Balduino fuera emperador.

Trajeron la corona y manto del emperador

y lo coronaron e invistieron como emperador, te digo,

y lo proclamaron y glorificaron, cual conviene y cuadra.

 

(Crónica de Morea, vv. 920 y ss., Trad. de J.M. Egea, Colección Nueva Roma – Biblioteca Graeca et Latina Aevi Posteriores, 2, CSIC, 1996, Madrid, pp. 49 y s.)