DAD AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR
También nos preocupamos de pagar, los primeros entre todos, los impuestos y los censos a aquellos a quienes habéis dado esta concesión, porque así hemos sido enseñados por Él. Porque, acercándose algunos en el tiempo en que predicaba, le preguntaron si debían pagarse los tributos al César, y recibieron de Él esta respuesta: "Decidme de quién es la imagen que tiene la moneda". Y como le contestaran que era del César, añadió: "Dad pues al César las cosas que son del César y a Dios las que son de Dios". Por consiguiente, nosotros adoramos sólo a Dios; pero os servimos a vosotros alegres en todo lo demás, reconociendo que sois reyes y príncipes de los hombres y rogando al mismo tiempo que, juntamente con el poder regio, recibáis inteligencia prudente. Y si no nos amparáis a nosotros, que suplicamos y que ponemos todas las cosas en plena luz, nosotros ciertamente no sufriremos daño alguno, porque creemos o, mejor dicho, estamos convencidos de que cada uno ha de sufrir por el fuego eterno las penas merecidas por sus [malas] obras y que ha de dar cuenta a Dios según las facultades recibidas del mismo, como Cristo declaró diciendo: "A aquel a quien más concedió Dios, más se le exigirá".
Justino, Primera Apología, XVII (s. II), en: Cruz, N., "Relaciones Cristianismo-Imperio Romano. Siglos I, II, III", en: Revista de Historia Universal, nº 8, 1987, Santiago, p. 108.